DSA IC declares solidarity with Verónika Mendoza of Peru

Translated into Spanish below / traducido al español a continuación

Last November Peru was rocked by massive protests against a parliamentary “coup” and, more broadly, against the corrupt, neoliberal political class that has ruled the country for decades. The initial detonator of the protests was the impeachment of President Martin Vizcarra on spurious grounds by legislators seeking to forestall his government’s anti-corruption efforts. Despite violent repression that left at least two protesters dead and many more injured, the protests raged on and, after five days, Vizcarra’s unpopular replacement, former Congressional president Manuel Merino, resigned and was replaced by centrist technocrat Francisco Sagarati. The protests, led initially by young Peruvians, continued for many more days and were joined by farmworkers, miners, medical workers, and others. Protesters demanded higher wages, better working conditions, and a new constitution for Peru, a country plagued by deeply entrenched economic, social, and political inequities. 

On April 11 Peruvians will head to the polls to vote for the country’s next president and legislature. In a field of presidential candidates made up almost entirely of conservative and ultra-conservative men, one candidate stands out: Veronika Mendoza of the progressive coalition Together for Peru. Though Mendoza has only a tiny fraction of the resources of other candidates and has largely been ignored by Peru’s notoriously rightwing media, she has gained public attention thanks to her winning performance during a televised debate in which she outlined an economic and social program that appears to have resonated with ordinary Peruvians.

Mendoza is currently tied for second place in the latest polls and has a good chance of making it to the second round of the election. Her primary rivals are Rafael López Aliaga, whose campaign is defined by a mix of ultra-conservative views on abortion, LGBTQ rights, and immigration, and Yonhy Lescano, a leader of Acción Popular, a party closely aligned with the country’s economic elites. 

In her platform, Mendoza is proposing a complete restructuring of the Peruvian state to serve a plurinational working-class, Indigenous, and Afroperuvian people instead of a small economic and political elite interested in their own enrichment. The fundamental part of her program is her economic recovery program which seeks to address the extreme inequality in Perú by making the rich pay taxes, building a sustainable economy, and providing economic support to those affected by the post-coronavirus economic crisis. She calls for universal healthcare, housing, education, and internet access, areas where already entrenched inequities have grown much more pronounced since the start of the pandemic. 

She also proposes a Second Agrarian Reform to reverse the neoliberal changes that have taken place in Perú’s agricultural sector over more than 40 years and an end to extractivism, which has harmed indigenous communities and the environment. As president, she would push for a new constitution that would replace Perú’s current constitution, drafted under former dictator Alberto Fujimori. Mendoza has proposed that the new constitution cement a series of rights and protections for indigenous peoples and AfroPeruvian communities and ensure that they have guaranteed representation at all levels of government.

Mendoza, who nearly made it to the second round in 2016, is now facing an aggressive smear campaign, promoted by much of the country’s media. She has been portrayed as a terruca (terrorist) to scare the working-class from voting for the left. Much as Bernie Sanders did, she relies primarily on volunteers and social media to get her message out to the country. 

On April 11 Peruvians will have the opportunity to vote for the sort of progressive change that they called for when they took to the streets in November of last year. Given that the right has tried to sabotage the results of recent elections in the region, it’s more important than ever that progressives in the U.S. remain vigilant during Peru’s elections and stand in solidarity with the progressive movement in Peru. For this reason, the DSA IC wishes to express solidarity with the Peruvian people and support for Verónika Mendoza in a campaign dominated by neoliberal and far-right candidates. We call on all DSA endorsed elected officials to carefully watch the events in Perú to ensure that the United States government does not try to intervene and respects the will of the Peruvian people. We hope that Verónika Mendoza will have the opportunity to carry out the progressive transformation that Peruvians are demanding.


Spanish version below / Versión en español a continuación

DSA expresa su solidaridad con la candidata peruana Verónika Mendoza

En noviembre pasado, Perú fue sacudido por protestas masivas contra un “golpe” parlamentario y, más ampliamente, contra la clase política corrupta y neoliberal que ha gobernado el país durante décadas. El detonante inicial de las protestas fue el juicio político al presidente Martín Vizcarra basado en motivos espurios interpuestos por legisladores que buscaban prevenir los esfuerzos anticorrupción de su gobierno. A pesar de la violenta represión que dejó al menos dos manifestantes muertos y muchos más heridos, las protestas continuaron y, después de cinco días, quien fuera el impopular reemplazo de Vizcarra, el expresidente del Congreso Manuel Merino, renunció a la presidencia y fue reemplazado por el tecnócrata centrista Francisco Sagasti. Las protestas, encabezadas inicialmente por jóvenes peruanos, continuaron por muchos días más, y a ellas se sumaron las protestas de trabajadores agrícolas, mineros, personal médico y otros. Los manifestantes exigieron salarios más altos, mejores condiciones laborales y una nueva Constitución para el Perú, un país plagado de desigualdades económicas, sociales y políticas profundamente arraigadas. 

El 11 de abril los peruanos acudirán a las urnas para votar por el próximo presidente y el Congreso del país. En un terreno con candidatos presidenciales compuesto casi en su totalidad por hombres conservadores y ultraconservadores, destaca una candidata: Verónika Mendoza, de la coalición progresista Juntos por el Perú. Aunque Mendoza tiene solo una pequeña fracción de los recursos de otros candidatos, y ha sido ignorada en gran medida por los notoriamente derechistas medios de comunicación del Perú, ha ganado la atención del público gracias a su notable desempeño durante los debates televisados en los que esbozó un programa económico y social que parece haber resonado entre el común de los peruanos. 

Mendoza está actualmente empatada en el segundo lugar en las últimas encuestas y tiene auspiciosas posibilidades de pasar a la segunda vuelta electoral. Sus principales rivales son Rafael López Aliaga, cuya campaña se define por una mezcla de posturas ultraconservadoras sobre el aborto, los derechos LGBTQ y la inmigración, y Yonhy Lescano, líder de Acción Popular, un partido estrechamente alineado con las élites económicas del país. 

En su programa, Mendoza propone una reestructuración completa del Estado peruano para que sirva a un pueblo plurinacional de clase trabajadora, indígena y afroperuana, en lugar de servir a una pequeña élite económica y política interesada en su propio enriquecimiento. La parte fundamental de su plan de gobierno es su programa de recuperación económica, el que busca abordar la extrema desigualdad en el Perú haciendo que los ricos paguen impuestos, construyendo una economía sostenible y brindando apoyo económico a los afectados por la crisis económica a raíz del coronavirus. Ella pide cobertura médica universal, vivienda, educación y acceso a Internet, áreas donde las desigualdades ya arraigadas se han vuelto mucho más pronunciadas desde el comienzo de la pandemia. 

También propone una Segunda Reforma Agraria para revertir las medidas neoliberales que se han producido en el sector agrícola peruano durante más de 40 años, así como el fin del extractivismo, que ha perjudicado a las comunidades indígenas y al medio ambiente. Como presidenta, impulsará una nueva Constitución que reemplace la Constitución actual del Perú, redactada durante la dictadura de Alberto Fujimori. Mendoza ha propuesto que la nueva Constitución cimente una serie de derechos y protecciones para los pueblos indígenas y comunidades afroperuanas, y garantice que tengan representación en todos los niveles del gobierno. 

Mendoza, que estuvo a punto de pasar a la segunda vuelta en 2016, ahora enfrenta una agresiva campaña de desprestigio, promovida por gran parte de los medios del país. Ha sido presentada como una terruca (terrorista) para asustar a la clase trabajadora de votar por la izquierda. Al igual que Bernie Sanders, ella depende principalmente de voluntarios y redes sociales para transmitir su mensaje al país. 

El 11 de abril, los peruanos tendrán la oportunidad de votar por el tipo de cambio progresista que exigían cuando salieron a las calles en noviembre del año pasado. Dado que la derecha ha intentado sabotear los resultados de las recientes elecciones en la región, es más importante que nunca que los progresistas en Estados Unidos se mantengan vigilantes durante las elecciones peruanas y se solidaricen con el movimiento progresista peruano. Por ello, el comité internacional de DSA desea expresar su solidaridad con el pueblo peruano y su apoyo a Verónika Mendoza en una campaña dominada por candidatos neoliberales y de extrema derecha. Hacemos un llamado a todos los funcionarios electos respaldados por DSA para que estén atentos a los eventos en el Perú para garantizar que el Gobierno de Estados Unidos no intente intervenir y respete la voluntad del pueblo peruano. Esperamos que Verónika Mendoza tenga la oportunidad de llevar a cabo la transformación progresista que los peruanos demandan.